Cuentos

Hecatombe

 Nadie de los centenares de miles de habitantes imagino siquiera que eran sus momentos finales al percibir el suave zumbido de los motores de la aeronave que apenas se divisaba en el cielo. Tantas veces sobrevolaron aviones enemigos que automáticamente despertaban las lenguas de fuego de los cañones antiaéreos escupiendo salva tras salva.

 Pero esta vez un solo gigantesco proyectil liberado del vientre silenciosamente descendía desencadenando la mayor hecatombe de destrucción y horror causada por el hombre, donde absolutamente nada quedo en pie convirtiéndose todo en nubes de ceniza.

                                                                                              Nicolas Jackson
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Tona y su encanto

  La magia de recorrer sus calles tranquilas despierta lentamente tras las mañanas frescas de otoño. En pocos pasos por la calle mayor encontramos como en la paleta del pintor, matices de distintas culturas, vestimentas y costumbres que aportan su colorido, además del autóctono.
 Ya no escapa a los transeúntes catalanes habituales, el saludo uruguayo con mate en mano, una cara africana bonita rodeada de un sin fin de trenzas pequeñas comprando el pan de cada día, una túnica presurosa llevando a su hijo a la escuela, algún argentino que rememora alegremente los asados de su tierra. Y por que no un saludo francés los fines de semana al ingreso del lujoso restaurante, una pálida cara inglesa con sus ojos azules buscando el salón de te para mantener viva su tradición, o el taxi que presurosamente trajo del aeropuerto de Girona a un matrimonio alemán para una visita flash a la comarca.
 ¿Puede pasar desapercibido el desarrollo urbano con tantos matices? Con extranjeros que buscan su integración con la mochila a cuestas de sus propias raíces, dispuestos a adecuarse a lo regional y su lengua con menor o mayor esfuerzo, pero que a su vez enriquecen el encanto de este pueblo apacible al pie del castillo, que no cesa en su afán de mantener su identidad.
Nicolas Jackson
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Un Cumpleaños diferente…

Querida Claudia, permíteme presentarme:

Soy el clon de alguien que siente gran cariño por ti y me he tomado el atrevimiento de ocupar su lugar en este día tan especial donde tengo privilegios de libertad que el no los tiene, así que dejemos de lado por unos instantes la realidad y permíteme ofrecerte pasar la mas maravillosa velada en este día tan especial.

En primer lugar deseo que sea un acontecimiento lleno de expectativa para ti, donde ilusiones y realismo se conjuguen en un solo fenómeno llenos de placer.

Pasare a buscarte a eso de las 10 de la noche y eso si…ponte ese vestido rojo que según me ha comentado mi creador... ¡te hace muy sexy!

Te preguntaras donde iremos a cenar, eso lo sabremos de acuerdo a que menú prefieras comer, veremos en que planeta lo sirven y hacia allí partiremos…

Con respecto al horario de retorno no te preocupes tus hijos y tu madre estarán bien bajo la protección de mis ángeles, ya que nuestra velada según su intensidad, puede variar su duración donde los relojes no marcan exactamente la misma hora en todos los sitios.

El vehículo es muy cómodo y no te faltara nada aunque te parezca extraño su apariencia y más aun la forma de desplazarse.

Mentalmente percibirás mi llegada y un suave zumbido delatara mi presencia a tu puerta.

< ¿Estas preparada?>

< Bueno pues entonces subamos a bordo, te extiendo mi brazo para recibirte y con la otra mano te entrego una delicada copa del más fino champagne rosado a modo de bienvenida, luego un beso deseándote un muy feliz cumpleaños pero eh aquí la diferencia,  por unos instantes mirare tus ojos subyugantes luego esos sensuales labios que irresistiblemente se fusionaran como atraídos por un misterioso magnetismo.>

Desde la recepción nos encaminaremos hacia la sala de vuelo donde un par de cómodas y anatómicas butacas nos darán cabida para un despegue suave y seguro. Una vez alcanzado la velocidad de la luz (cosa de tan solo unos segundos) podremos desplazarnos a nuestro antojo por el resto de las comodidades a bordo.

< ¿Alguna vez imaginaste tomarte un baño en un Yacusi en la ingravidez? Es una sensación extraña arrojar un poco de agua y que quede flotando a igual que uno.>

Para quitarte todas las posibles lógicas tensiones, te dejare en privado si tú lo deseas para dicha experiencia., de todas maneras hay una malla a bordo de tu talle y del color que prefieras. Ahora si deseas compartir la expectativa… una simple mirada tuya será suficiente.

Recuerda; en ningún momento quiero que te sientas presionada, sos la homenajeada por ende decides, yo solo pondré al alcance todos los medios necesarios para satisfacerte.

Después de ese refrescante baño donde tu lacio pelo quedo igual de bonito como si no se te hubiera mojado y todos los arreglos previos a tu venida seguían relucientes, nos acomodamos nuevamente en las butacas, para posarnos como una pluma sobre el lugar del planeta que hemos elegido.

Una rampa nos da paso hacia el exótico restaurante. Los dos tomados del brazo caminamos hacia el recepcionista que nos guió a la mejor mesa, justo al lado del escenario semicircular donde un pianista interpretaba con gran maestría música de los 60 entre varios instrumentos diseminados por todo el escenario, que por lo visto eran de una importante orquesta.

Pedís tu plato favorito esta vez acompañado de un vino tinto gran selección, cosecha julio del 1965 el cual estaba tan bien conservado y con un fino bouquet como vos. Para los postres nos sugieren un plato exótico para ellos pero muy exquisito, ya que se desarrollo con semillas que importaron de un lejano planeta, grande fue tu asombro cuando nos sirvieron una enorme frutilla casi del tamaño del plato sumergido dentro de un mar de crema chantilly. Luego unos granos de café de distintos colores y un pequeño aparato que sin ningún sonido molió finamente el café, para que echáramos en nuestras tazas, luego el mozo completo el contenido con una mezcla de agua y leche simplemente extendiendo un tubo flexible desde su brazo. De más esta decir que el café estaba muy sabroso.

Al fin aparecieron el resto de los músicos y dos esbeltas mujeres con su larga túnica azul brillante con unos diminutos micrófonos adheridos a su mentón. El baterista abrió el camino marcando un ritmo tropical, luego el saxofonista siguió su turno mientras el bajo se acomodaba, las guitarras eléctricas comenzaron a afinar.

Ya estaba todo listo entonces irrumpió el animador que se encargo de darnos la bienvenida a todos los presentes e insistió a que llenáramos la pista al compás de los primeros acordes.

No te hiciste rogar y empezaste a contornearte ágilmente… con razón lo de sexy. Al cabo de un rato atenuaron las luces y la orquesta interpreto temas muy suaves y románticos, ya no era el frenesí previo sino que nuestros cuerpos se acomodaron con un gran hermetismo siguiendo la música, nuestras caras se rozaban, luego nuevamente la atracción de nuestros labios. Así bailamos casi hasta el amanecer donde ya nuestros pies pedían socorro. Con los últimos acordes abandonamos el show rumbo a la nave.

El cansancio era tal que mentalmente ambos interpretamos lo mismo…el yacuzzi, pero esta vez las sensaciones las compartiríamos.

El agua burbujeaba al introducirte en ella después de dejar de lado el hermoso vestido rojo, además quedaron sobre la orilla varias prendas más. Ahora solo las agitadas aguas nos separaban. Nuestros cuerpos irremediablemente se acercaban, en ese momento recordaste que era tu semana de más alto riesgo por lo tanto aclamaste:

< ¡Espera que no tengo…>

<Claudia no te preocupes, mentalmente puedo hacer que los espermatozoides sean estériles.>

<Jajá eso si que es lo mas gracioso que he escuchado, si todos lograran lo mismo mas de un embarazo se hubiera evitado.>

< ¿Recuerdas que te dije que había varias diferencias con respecto a mi creador?, nosotros podemos disfrutar con toda naturalidad de una intensa relación sin necesidad de molestos artilugios así que entrégate plenamente al amor si así lo deseas.>

Aclaradas todas las dudas cada vez quedaba menos agua entre nuestros cuerpos, logrando incrementar cada vez más el oleaje en el estrecho Yacuzzi.

Esa entrega fue total, apasionada, extensa hasta quedarnos ambos exhaustos.

Me pediste una toalla para secarte, grande fue tu asombro cuando del techo descendieron dos rodillos de largas fibras que en unos instantes acariciaron delicadamente tu cuerpo dejándote la piel suave y seca.

Todo era demasiado irreal para vos, pero disfrutabas de cada acontecimiento plenamente.

Como el viaje de regreso requería pasar primero por otra galaxia te invite a que descansáramos un poco ya que la velada había sido muy intensa. Así dadas las cosas tome tus manos y luego de un beso quedamos flotando en el aire hasta posarnos sobre un inmenso lecho que surgió desde el piso de la nave.

Te desperté con el roce de un clavel y miraste en la gran pantalla como nos acercábamos vertiginosamente a la tierra.

Las butacas nos esperaban para el último tramo del viaje.

Al descender silenciosamente frente a tu casa coordinamos para cuando nos volveríamos a ver, luego el beso de despedida fue intenso expresando en el todo lo vivido.

Al ingresar a tu casa notaste algo extraño pero no le diste mucha importancia, tus hijos seguían con sus tareas del colegio. Cuando les saludaste te sorprendió su ropa y mas aun cuando te respondieron…

< ¡Hola abuela>

< ¿Abuela? ¿Que quieren decir con eso? ¿Acaso tanto tardé?>

<Mama dice que 20 años>

Como siguiéndoles el juego sin entender nada irónicamente les preguntaste:

<Y ¿Dónde esta vuestra madre?>

<En el estudio de arquitectura>

Te respondieron

Riéndote fuiste al dormitorio de los chicos y ahí estaba un tablero de dibujo con unos planos encima y alguien sentado frente al mismo que no reconociste.

Dijiste:

< ¡Hola!>

La mujer se dio vuelta y con gran alegría grito

< ¡Mama… al fin regresaste!>

Fue la respuesta que te dejo como petrificada en el umbral de la puerta del dormitorio al ver su rostro que era igual al tuyo aparentando tu misma edad, pero en un rincón sobre el sillón una ancianita muy lucida exclamo:

<Hija mía creí no volverte a ver pero… ¿Cómo luces tan joven todavía? Han pasado ya 20 años, te vimos por ultima vez cuando te vino a buscar aquel apuesto señor en una extraña maquina voladora justo la noche de tu cumpleaños 40, ha pasado mucho tiempo.>

<Pero Mama ¿quienes son los chicos entonces?>

<Tus nietos querida, cuando se recibió de arquitecta tu hija se caso y me dio esos dos hermosos bisnietos que son el calco de tus hijos a esa edad.>

Te quedaste tan perpleja y con una expresión de tanta incredulidad que irrumpió nuevamente tu madre:

<No te aflijas durante tu ausencia unos pequeños ángeles misteriosamente nos proveían de todo lo que necesitábamos, y siempre nos decían que te encontrabas muy bien y feliz al lado de tu nueva pareja pero que vivían en otra dimensión, por eso no podíamos verte, pero que pronto regresarías. >

Al fin y acabo solo fue un cumpleaños diferente…

                                                                                               Nicolas Jackson
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El filo del cortaplumas

  Era eminente la llegada a la cumbre esa mañana, solo faltaba un par de horas de ascenso y no se presagiaban ventiscas, el sol resplandecía sobre la nieve compacta. Richard con mas experiencia en este tipo de aventuras, ayudaba a Jacqueline a acomodar sus últimas cosas en la mochila, mientras contemplaba serenamente la cumbre del Tupungato.
¡En pocos minutos partiremos!
Sonaba como lejana la voz de Richard
Ella asintió con un leve movimiento de cabeza, mientras recordaba lo que habían conversado esa noche a la luz de una vela que creaba imágenes surrealistas. Le quedaron muy grabadas las palabras de Richard:
Cuando volvamos de nuestra expedición a la cumbre que siempre fue nuestro sueño...¿que te parece si nos casamos?
Lo miro atónita tratando de encontrar una mueca en su rostro o algún gesto que insinuara que era una broma...pero no, el solo miraba el brillo intenso de sus oscuros ojos bajo la luz tenue esperando una respuesta. Tras un largo silencio ella respondió:
¿No será demasiado pronto?...llevamos solo unos meses de convivencia y no quisiera volver a sufrir otra desilusión
Richard con cierta tristeza, acepto sus motivos y para reafirmarlo, la abrazo cariñosamente, hasta que ambos como necesitando algo mas, dejaron de lado las pocas prendas que llevaban y como fusionándose se introdujeron en el acogedor saco de dormir.
Volviendo Jacqueline a la fría realidad, acomodo sus antiparras y se coloco los guantes térmicos, luego de lo cual empezaron el ultimo tramo de ascenso.
Rodearían la cara norte para subir por el flanco oeste que era el mas seguro, pero en su trayecto cruzarían una hondonada que a ciencia cierta no sabían cuan peligroso podía ser, ya que desconocían la topografía y la profundidad de la nieve congelada.
El tomo la delantera mientras ella lo seguía 10 metros mas atrás. Una resistente cuerda los mantenía unidos por el cinturón, con todo el juego de mosquetones necesarios, además ambos llevaban piolet en mano. Así transcurrió mas de media hora de penoso avance, cuando repentinamente Richard desapareció, en el acto Jacqueline intento clavar el piolet para sujetarse e evitar de esa manera ser arrastrados, pero el tirón de la cuerda fue muy violento, volvió a intentar una y otra vez...el hielo se resquebrajaba liberándose nuevamente, mientras golpeaba desesperada con los tornillos de hielo hasta que al fin logro clavar el piolet en alguna capa mas resistente ya casi al borde. Escuchaba los gritos frenéticos de Richard dándole las instrucciones, para asegurar a ambos e evitar la caída hacia el vació...hacia una muerte inevitable.
Casualmente los veían otro grupo de andinistas que no se encontraban muy lejos de allí. Sabían que el rumbo elegido por aquellas personas era extremadamente peligroso, intuyendo el fatal desenlace.
Intentaron llamar su atención moviendo sus brazos y a su ves les gritaban...pero ni Richard ni Jacqueline podían verlos, menos aun escucharlos con el silbido constante del viento.
Jacqueline entre medio de llantos seguía con desesperación las indicaciones que recibía, cuando miraba hacia abajo veía a su pareja colgado, oscilando como un péndulo sobre una profunda grieta y se le helaba la sangre de terror, de solo pensar:
¿Como saldremos de esta?
Los otros andinistas, se dirigieron con prisa hacia el lugar del accidente, llevando consigo gran cantidad de cuerdas y equipo.
Richard estaba muy consciente de la precaria y angustiante situación...los minutos, quizás segundos corrían en su contra, lo que mas le aterraba era arrastrar también a Jacqueline hacia el vacío, cada tanto sentía como cedía lo único que los separaba entre la vida y la muerte...el peso de ambos era demasiado para ser soportado por ese piolet, un escalofrió recorrió su cuerpo...tenia que hacer algo...y rápido. Luego de tragarse su amarga angustia miro hacia los ojos de su amor, desbordando lagrimas y entrecortado dijo:
te quiero con locura y no olvides ...¡siempre te querré!, eres lo mas hermoso que me a sucedido en esta vida
Acto seguido tomo el cortaplumas que llevaba colgado de su cinto, lo abrió impetuosamente sin quitarle los ojos a Jacqueline e...
Se escucho un solo grito desgarrador que con su eco penetro en cada rincón, en cada grieta del hielo.
¡NOOOOOOOOO..., no lo hagas...por favor, prefiero morir a tu lado... NOOOOOO!
En vano fueron sus súplicas...veía como la cuchilla de acero rozaba la cuerda con obvios movimientos sin que se mellara siquiera. Richard aplicó mas fuerzas...pero nada, estaba totalmente desafilada. Recién ahí recordó que había prestado su cortaplumas a un colega y que antes de partir no lo había revisado como siempre lo solía hacer. Esa imprudencia podría costarle la vida a su amada la suya ya estaba perdida, crecía su desesperación a cada instante...miro hacia abajo, el sudor helado mezclado con lagrimas bajaba como torrente por sus mejillas...volvió a mirar el angustiado rostro de Jacqueline rodeado de lacios cabellos negros,...seria la última imagen grabada a fuego en su retina que se llevaría de este mundo...
Algo golpeo la cara de Richard...en un primer momento no sabia que era, luego se percato que era una cuerda distinta a las que ellos usaban, solo atinó a tomarla en su ultimo esfuerzo para sujetarse comprobando que estaba firmemente asegurada...no perdió mas tiempo ya que en cualquier momento el piolet cedería fatalmente para ambos.
Escucho gritos de personas que no reconocía...le decían que se sujete fuerte que los izarían a ambos. Pasaron los minutos que parecían una eternidad, donde gradualmente fueron levantados hasta que al fin pisaron el hielo firme.
No les cabía las expresiones de agradecimiento para con sus rescatadores, mientras Jacqueline se abalanzo enérgicamente a los brazos de Richard y dándole un beso entre llantos solo dijo en viva voz como para que no queden dudas...
¡Si acepto!
Acto seguido sus labios se sellaron en un solo apasionado beso.
Las demás personas observando la dicha que invadía sus espíritus se quitaron los guantes y aplaudieron calurosamente hasta que la pareja se desenfreno, luego de explicarles a que se refería Jacqueline con aquel ¡Si acepto! todos vitoreaban y reían festejando el feliz desenlace.
Superados los dramáticos momentos vividos, recogieron su equipo para regresar junto al resto hacia el refugio, previamente echaron un ultimo vistazo a la cumbre no alcanzada que ya no les interesaba como antes...otra cumbre mucho mas importante habían logrado, ahora sabían hasta donde llegaría el amor que se profesaban. Ambos estuvieron dispuestos a dar la vida el uno por el otro.
El Tupungato fue quedando atrás para que otros quizás necesiten conquistarlo...ellos ya no lo necesitaban.
Pasado el tiempo, la pareja feliz tenía en su hogar colgado sobre la chimenea, un cuadro que enmarcaba un cortaplumas que jamás volvió a usarse...al pie una plaqueta con una simple inscripción:
“Un desafilado cortaplumas puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte...y sobre todo entre la indiferencia y el amor sublime”.
                                                                                   Nicolas Jackson
                                                                                                               
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Solemne tradición

El mantel blanco bordado, la tetera hirviente, como la taza de porcelana con su cucharita de plata, todos recuerdos de la abuela, la mermelada de zarzamora y la mantequilla, solo faltaban las tostadas, que la señora Brooks estaba preparando.
 Repentinamente un fuerte movimiento, un ruido ensordecedor a vajilla rompiéndose mientras ella intentaba sujetarse. Fue uno solo...luego el silencio, salvo el profundo gong del reloj antiguo que marcaba las cinco.
 Al asomarse al comedor el aroma del te era inconfundible, con un nudo en la garganta comprobó que había perdido algo solemne, además...la fina tetera de la abuela.
                                                                                       Nicolas

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